Últimamente, he tenido algunas conversaciones sobre el término "generación de cristal", un término que hace referencia a que los millennials y centenials somos una generación de personas frágiles, que nos ofendemos y rompemos con facilidad y con quien ya no se puede hacer bromas de nada. Mantenía esta concepción de que este término está equivocado y de que no es una realidad. Sin embargo, estaba pensando en la regadera (porque ahí es donde suceden mis conversaciones más profundas conmigo mismo) y creo que el término es adecuado. Efectivamente, somos una generación de cristal, pero lo que eso significa no es la concepción que se tuvo al empezar a usar la expresión, sino a una reapropiación de esta que realmente simbolice quiénes somos.
Entrando un poquito a tecnicismos (porque así soy), el cristal no es más que uno de los patrones en los cuales se ordena la materia de una forma organizada y siguiendo un patrón para formar un material determinado. En ese sentido, la generación de cristal es una generación con mucha más capacidad de organización, que se puede juntar en un colectivo, compartir ideas e ideales y buscar un fin, así como apoyarse unos con otros cuando se tienen dificultades, aun si se tienen pensamientos distintos, como se demostró en septiembre de 2017 con el sismo o en todos los movimientos de #MeToo, #8M, etc.
También existe una gran variedad de cristales con propiedades diferentes, entre los cuales podemos encontrar la fibra de carbono, que es un material particularmente resistente y durable, muy valioso y ligero que se puede utilizar para diversas de actividades. Así como la fibra de carbón o el diamante, diferentes tipos de cristales podrán variar en dureza, color, resistencia a impactos y, por la diferencia de sus propiedades, también variará en utilidad. De esta forma, la generación de cristal es versátil, activa e involucrada en temas sociales y políticos; me atrevo a decir que aún más que todas las generaciones jóvenes que nos han antecedido. Además de tratarse de un grupo de personas fuertes y resistentes que no se van a dejar derribar por discursos de odio, políticas injustas o discriminación.
Tal vez le estoy buscando tres pies al gato, porque a lo que se refieren las personas cuando se hablan sobre la generación de cristal es a lo que coloquialmente conocemos como cristal, es decir, el vidrio. Ese material del que están hechas las ventanas, los vasos, algunas puertas o los lentes, ya sea para ver mejor o para proteger tus ojos en un laboratorio. Creo que también somos la generación de cristal en ese sentido, pues somos particularmente transparentes, podemos expresar lo que hay en nuestro interior de una forma elocuente y proactiva, tratando de resolver las situaciones que nos incomodan o nos son importantes, y teniendo en nuestro exterior una capa protectora sólida que no se rompe fácilmente, porque el vidrio te permitirá ver lo que hay del otro lado, reconocer los problemas, identificarlos, pero te aísla lo suficiente para que no te pueda hacer daño. Es por eso que podemos ver la lluvia sin mojarnos, mirar una bonita vista sin sentir el viento, la contaminación o estar expuestos a peligros. También es gracias al vidrio que podemos tener nuestro hogar lleno de luz, manteniendo un refugio y sin exponernos a la intemperie.
Creo que somos la generación de cristal, y creo que lo que eso quiere decir es que somos, fuertes, resistentes, unidos, elocuentes, transparentes, proactivos, y conscientes, tanto de nosotrxs mismxs como del mundo que nos rodea, con sus retos, deficiencias y áreas de oportunidad. Es por ser de cristal que podemos identificar las acciones puntuales que nos llevarán a resolver todo aquello que nos es relevante de una forma asertiva y reconociendo nuestros errores, en una búsqueda constante de mejora individual y por consecuencia mejora social y de nuestro mundo.
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